sábado, noviembre 28, 2009


La hija de mi Vecino Juan


Mercedes es una niña encantadora, terminó sus estudios y se colocó en una de esas grandes cadenas de híper. Merchi tiene su carrera terminada pero como no encontró nada, ni aquí ni en el entorno de Sevilla acorde a sus estudios y le salió lo del híper, pues sin pensarlo firmo uno de esos contratos a la carta que los sindicatos permiten y el gobierno santifica. Vuelvo con Merchi que es aquí la que interesa, que me conozco y acabo hablando de Míster pesc. Merchi llega todas las noches llorando a su casa. En el trabajo la explotan vilmente, es cajera, reponedora, limpiadora, y no sé cuántas cosas más.
Hoy entras a las tres, no, mañana a las seis, las cuarenta y pico horas de su contrato este mes todo de tarde noche, y sigue y sigue. A ustedes de seguro que les suena la musiquilla. Esta noche me tropecé con Merchi y con esa cara tan angelical me decía muy enfadada: “Antonio, tu dirás lo que quieras, tú me convences casi siempre de que luche y me organice, ¿pero con quién? Si no nos dejan ni hablar, si nos meten la cizaña entre nosotras y abonan las envidias y celos en la plantilla. Yo te lo digo, esta vez no voto, en la anterior me convenciste y voté. Pero esta vez no y como yo casi toda las niñas del súper. Tras escucharla, no he podido dormir en toda la noche dándole vueltas una y otra vez a los razonamientos de ella. Esta exclamación la escucho por desgracia más a menudo de lo deseado y cuando me duele hasta el codo de pensar, me digo, “bueno y qué coño tengo yo que calentarme el casco con lo que otros hacen mal”, que nos den. Pero eso es sólo un segundo, porque al que lo pare su madre con una condición es difícil que cambie a los sesenta.

La gente en la calle está muy enfadada, aburrida y desencantada. Si la escuchas y la dejas hablar sin tratar de siempre llevártela a tu terreno argumental, te explican muy gráficamente cuál es el estado de ánimo general, de la sociedad. La idea que toma fuerza no sólo entre personas con problemas, que también y si me apuran, con más fuerza aún entre personas con trabajo y un status social clase media baja, es que esto no tiene arreglo, que para qué protestar si son todos iguales, si la cuerda siempre se termina partiendo por lo más frágil. ¿Donde están los Sindicatos donde están los partidos de Izquierdas? Etc.”…¿Tienen razón? En cierta manera algo de razón sí que tienen, pero claro, el ser humano tienen poca memoria y la mente tiene la virtud de borrarte los malos recuerdos e idealizar los buenos .Yo siendo fiel a lo que en verdad viví, recuerdo mi crecer en una familia muy pobre ,padre campesino , madre manchonera o almacenera según la época del año y mis tres hermanos trabajando, sin paro (no existía) .Yo en el cole, mi madre ponía una olla de garbanzos por la noche y para almorzar al día siguiente, una naranja y si no había, una ensalada de lechuga y cebolla. La merienda un bollo de casa Faustino, fiado y una pellá de zurrapa de manteca .Las luces de mi casa: un cable con la bombilla colgando y la llave de pellizco; las puertas siempre abiertas (quién iba a entrar) las camas, un catre con el colchón de rastrojo o borra.

De esa realidad sólo nos separan cincuenta años, ¿el porqué cambio todo y hoy, si tenemos trabajo y un sueldo medio decente, vivimos mejor que se vivió nunca? Yo he vivido y he sido parte de ese porqué: los obreros se organizaban, clandestinamente primero y luego medio tolerados; gentes progresistas, liberales y de izquierdas, intelectuales, estudiantes y obreros luchaban por mejoras laborales y no laborales: los barrios, la energía el agua y además por la legalización de los partidos políticos. Los gremios y oficios aún ilegales se echaban a la calle por sus convenios. Muere el dictador, se construye la transición y la sociedad se durmió acurrucada a los arrullos adormecedores del consumir y los susurros de las mismas clases que les estuvieron robando y explotando durante décadas; con la complacencia adulzorada de una generación de okupas que se instalaron en unos partidos con título de obreros, pero que hoy se han entregado a apuntalar ese nuevo capitalismo, el viejo se les quedó pequeño. Moraleja la lucha no terminó con la democracia, más bien yo diría que comenzó de verdad. Las mejoras y el progreso, requieren el que no dejemos a otros que decidan por nosotros. Si se deja el control de la política a otros, pasa lo que pasa y salen reyezuelos de debajo de las piedras.

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